Crónica de un viaje fracasado
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¡Yo no voy a la India de los años 60! |
Mucha gente cuando se va de viaje
–y no hablo de irse dos semanas de vacaciones a Cancún, sino a instalarse en
otra parte de forma más o menos estable o, al menos, con la intención de
hacerlo- piensa que encontrará un lugar que le acogerá como no le ha acogido el
suyo, o piensa que allí estará mejor, que congeniará al 100% con la cultura,
sus gentes, sus mentalidades y un largo etcétera. Hay programas como Españoles
por el Mundo que fomentan esa visión: porque solo te enseñan lo bueno, o minimizan
lo malo. O te enseñan casos que han prosperado, y a veces olvidamos que esas
cosas no son siempre así. Ojo, no digo que eso no vayan a ocurrir; claro que
ocurren y solo experimentando se conoce el resultado de las cosas. Pero a veces
quedan ocultas esas historias negativas, esos viajes que no supusieron ninguna
catarsis positiva. En definitiva, esos viajes fracasados.
Y Naipaul en "Una zona de
oscuridad", con una honestidad sin parangón, nos narra su viaje frustrado a la
India. Escudriña y analiza concienzudamente la mentalidad india, su cultura, su
historia, todo en definitiva, y analizando aquello que le molesta y le irrita
se descubre a sí mismo. Naipaul se siente excluido en Trinidad; nació allí,
pero siempre sintió como que había una barrera entre su familia hindú y los demás
trinitenses. Se trasladó a Inglaterra, buscando un sitio dónde sentirse más
arraigado, pero tampoco lo encontró; así fue como le vino la idea de que iría a
la India, alumbraría esa zona de oscuridad que era para él ese país tan lejano,
que encontraría sus raíces. El lugar dónde finalmente se sentiría unido a algo.
Pero, desgraciadamente, esto no fue así. De hecho, acabó algo asqueado, con un
sentimiento mezcla de humillación, desasosiego e ira, enfadado de ese
sentimiento de negación y pasividad de la India de los años sesenta. De esa
mentalidad medieval continuista capaz de ignorar lo obvio, capaces de cagar
colectivamente en medio de la calle para luego negarlo mientras a su lado
alguien lo practica sin esconderse. Descubre que los indios son serviciales,
obtusos, capaces de tolerar humillaciones y practicarlas con los demás por
motivos tan arraigados como la casta.
A nivel puramente literario, la
novela es algo irregular en cuanto al ritmo narrativo. Hay capítulos que más
que una experiencia de viaje son ensayos que rompen la fluidez de otros
capítulos que se centran en las experiencias del propio Naipaul, pero narradas como
si de una novela de ficción se tratara; es ahí donde la novela gana en fluidez
y es donde lo que quiere enseñarnos Naipaul le entra mejor al lector y es
expuesto con mucha más eficacia, a diferencia de los ensayos, que pueden acabar
siendo algo espesos. Sin embargo no son ni mucho menos desdeñables, porque uno
nota que Naipaul es un maestro expresando sus teorías sobre cómo es la India y
sus gentes, pero siempre queda patente que ese es su punto de vista personal e
intransferible y que su experiencia tiene mucho que ver con el país, pero,
también, consigo mismo y su manera de ser.
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