La teoría de la relatividad no da miedo
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El astronauta que cayera en un agujero negro sería reciclado XD |
La concepción que tenemos del universo, como individuos que salen de la escuela y no se preocupan por saber más, es arcaica y desfasada. Tenemos unas ideas sobre el tiempo y el espacio que llevan décadas en desuso y con las que nos sentimos muy cómodos. En la escuela/instituto empiezan por ellas porque son aproximaciones más sencillas del mundo que nos rodea y porque es interesante conocer cómo evolucionó el pensamiento científico a lo que el universo y todo lo relacionado con él se refiere, pero al menos en mi caso, el temario se quedó ahí. No me contaron nada de la teoría de la relatividad ni las implicaciones que eso tenía, ni me explicaron que anulaba muchas de esas ideas que me habían estado enseñando semanas atrás, del mismo modo que los científicos tienen que rehacer continuamente lo que ellos creen. Tampoco me hablaron de la teoría de cuerdas, ni de las partículas subatómicas más allá del electrón, ni del big bang ni del modelo inflacionario del universo. Ni quiénes eran Dirac, Feynman o Friedmann, o lo importantes que fueron Heisenberg o Hubble en sus respectivos campos. Aunque esto no tenga mucho que ver con el libro (o quizás sí), la educación debería replantearse, si no lo hace ahora ya, porque sinceramente lo desconozco, dar el salto y tratar también de enseñar las teorías más actuales, por muy difícil que sea el digerir dichas teorías y acercarlas a la gente corriente. Es por eso que cuando Hawking te empieza a contar que el tiempo no es el mismo para cada persona, que transcurre distinto según la posición y la velocidad de cada observador, se nos gira el cerebro y nos negamos a que nos cuenten más, no vaya a ser que se nos crucen los cables. O cuando intenta explicarte, después de varios pasajes particularmente espesos y sesudos, que quizás no haya ni un inicio ni un final del universo, sino que el universo simplemente es y ya está. Pues bien, ya basta de creencias erróneas. Es el momento de leer Historia del tiempo de Stephen W. Hawking. Perfecto para desengrasar nuestro cerebro, acomodado en ideas erróneas y en la cómoda ignorancia.
Pero no os voy a engañar. Pese a que Hawking escribió este libro para acercar conceptos complicadísimos y hasta cierto punto casi inimaginables a los demás mortales que no tienen conocimientos de física, no es, en muchas ocasiones, un libro fácil de digerir. Es un libro para ir poco a poco, dónde hay que releer varios pasajes para entender el siguiente, porque la física actual es compleja y necesitamos tiempo para absorber todos esos conceptos y teorías que nunca nos habíamos molestado en conocer. Es normal que el lector se sature, que abandone el libro cansado de tanto fotón virtual y tiempos imaginarios, y acabe, hasta cierto punto, asqueado. No lo niego. Yo tuve la suerte de tener a David Jou de profesor en la universidad, como ya os he comentado antes, y ya nos explicó muchas de estas cosas. También ayuda, por otro lado, lo bien que escribe Hawking, siempre ameno y dispuesto a bromear cuando se tercia, humilde cuando debe confesar que se ha equivocado cuando una de sus creencias es tumbada por otro científico y por él mismo y conciliador cuando se trata de discutir, sin prejuicios, sobre si un Creador podría tener o no cabida en un universo como el nuestro.
También es cierto que Hawking tampoco espera que el lector memorice esas partes tan espesas, sino que este se quede con una idea general sobre el estado actual (al menos a fecha de 1988) del universo, en qué estado se encuentran las investigaciones en todos los campos relacionados con él, cuáles son los objetivos y metas en los años venideros, cuáles han sido los aciertos y los fracasos necesarios para llegar a este punto, y cuál ha sido su contribución a todo esto. Que el lector se interese en conocer de dónde partimos, hacia dónde vamos, qué sentido tiene todo o si nunca llegaremos a una teoría unificada que lo explique y lo prediga todo.
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