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Atenderán a Razones |
La novela que estoy
escribiendo (y de la que podéis seguir mi progreso en un gadget del lateral
derecho) tiene tintes de ciencia ficción y siempre pienso que es imperdonable
que no haya leído la mayoría de obras cumbre del género (y encima gustándome
como me gusta). Sí, leí “Crónicas marcianas”, “Solaris” y “El fin de la
eternidad”, pero no es suficiente. Nunca es suficiente. Así que hurgué en un
listado que encontré en Ábrete libro (aquí), y que os recomiendo que visitéis, sobre las
100 mejores novelas de ciencia ficción según los foreros y los administradores.
Me llamó la atención el título de la presente novela y que se comentase que es
una de las mejores novelas cyberpunks que se han escrito. Pues bien, será una
de las mejores del género en cuanto a estética y a ambientación, pero a nivel
puramente narrativo tiene ciertos fallos que lastran un conjunto con un
grandioso potencial. Pero vayamos por partes.
La historia de “Snow
Crash” nos sitúa en un futuro distópico después de la guerra de Vietnam, donde
las empresas privadas y las mafias se han hecho con el control de los Estados
Unidos y los gobiernos son muchos y dispersos y sin mucha relevancia. En esta
situación, conocemos a Hiro, un hacker que trabaja repartiendo pizzas para la
Mafia italiana, y a T.A., una korreo que se dedica a llevar paquetes de un lado
a otro en su tabla de surf. Ambos se verán implicados en una grandiosa
conspiración cuando haga acto de presencia en sus vidas una misteriosa tarjeta
que contiene un virus, denominado Snow Crash, que no se asemeja en nada a lo
visto con anterioridad y que resulta letal para cualquiera que se lo descargue.
La lectura de “Snow
Crash” me ha dejado un regusto agridulce. Me he reído y me he aburrido a partes
iguales i eso tiene que ver con los altibajos narrativos y el cambio constante
del tono de la novela. Tiene serios problemas de ritmo y no acaba de decidirse
nunca sobre si la historia debería ser toda en clave de parodia o debería ir
más allá. Me explico. El enfoque de los hechos siempre está teñido de un humor
sutil y en muchas ocasiones sarcástico; el primer cuarto de novela se basa en
presentarnos el mundo en el que viven los personajes, un futuro distópico que
es fuente constante de chistes, burlas sobre la sociedad y la religión, pero
siempre desde el humor. Y es en esos pasajes cuando la novela funciona muy
bien. El problema radica en que el planteamiento inicial hace creer al lector
que todo va a ser humor y cualquier trama principal o secundaria que surja no
habrá que tomársela muy en serio. Sin embargo, a medida que uno va avanzando en
la historia se da cuenta de que no es así. La trama principal gira alrededor de
algo muy serio y con connotaciones metafísicas y científicas bastante
complejas. Aunque haya bromas sutiles durante toda la novela, esto supone un
cambio en el tono que no acaba de encajar con lo visto anteriormente. Además,
los pasajes humorísticos son muy entretenidos y se leen rápido, pero cuando
Stephenson salta a la trama principal la lectura se torna aburrida y acabas
hasta los mismos de tanta mitología sumeria, religiones y términos y dioses que
se te olvidan al momento.
Otro de los problemas de
“Snow Crash” radica en los personajes. Stephenson tiene mucha habilidad
presentando personajes característicos, pero no sabe cómo desarrollarlos al
máximo. Hay personajes muy carismáticos, como Ojo de Pez y los otros tres
tripulantes de la balsa, de los que te gustaría leer más, pero Stephenson se
los carga de un plumazo y para el lector es como si le cayera un jarrón de agua
fría. Son personajes que dan mucho juego, tanto a nivel humorístico como para
la trama, y a Stephenson solo se le ocurre matarlos y dejar solo al
protagonista, que no es capaz de aguantar la función a partir de aquí. Lo mismo
ocurre con las subtramas más interesantes, como la de los Feds y la madre de
T.A. o la de Hiro y su trabajo como repartidor de pizza, que quedan cortadas de
cuajo y te da la sensación de que te han dado a probar la miel y te la han
quitado de la boca. En cambio, no escatima en longitud cuando se trata de hablar
sobre Ashera y la trama principal de los hackers neurolingüisticos y la
conexión con la cultura sumeria, harto aburrida y que solo hace que enlentecer
el ritmo. O la inacabable infiltración de Hiro en la Almadía, una retahíla de
escenas de acción mil veces vistas y que aburren.
Pese a los altibajos que
comento, que son una constante durante toda la novela, la historia se va
deshinchando progresivamente hasta una conclusión harto simple y descuidada.
Las tramas, que en apariencia eran muy complejas, se resuelven recurriendo a
Deus ex machina que cantan demasiado, como que Hiro se saque casi de la manga
el programa SnowScan que neutraliza el virus así por las buenas o que aparezca
el perro robot de improviso para matar a Rife y sus secuaces cuando justamente
iban a salirse con la suya. Eso no quita, sin embargo, que el inicio y el nudo
sean lo suficientemente interesantes como para mantener al lector atrapado.
Aun así,
Stephenson tiene un estilo de escritura sencillo y entretenido, y es capaz de
soltar ironías, bromas y sutilezas en casi cualquier situación y he de
reconocer que te ríes mucho en esos momentos. A la cabeza me vienen los
capítulos de la balsa, cuando radiografía la situación en la que se encuentran,
o cuando la madre de T.A. narra las medidas de seguridad que hay en la oficina
de los FEDs. O cuando Hiro nos cuenta en qué consiste el trabajo de repartidor
de pizzas de la Mafia o prácticamente toda la parte de T.A. Todas estas partes
se sustentan gracias a su habilidad como narrador y a su gran capacidad para
ambientarnos.
En conclusión, “Snow
Crash” promete mucho más de lo que acaba ofreciendo. Una ambientación brutal,
una gran capacidad de teñir la narración de humor y escenas muy potentes acaban
siendo lastradas por un enfoque excesivamente serio de la trama principal y que
la historia acabe tomando derroteros muy simplones y aburridos.
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