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El hecho que cambió el devenir de
una nación |
Después de varios días sin parar de entregar cosas para el máster y habiendo ya entregado la versión provisional del trabajo de fin de máster casi al límite, puedo respirar medianamente tranquilo durante un tiempo y hablaros del 12º libro del reto. Esta vez es el turno de un libro político, el famoso "Victus" de Albert Sánchez Piñol, el top ventas del pasado Sant Jordi (tanto en su versión española como catalana), que narra la Guerra de Sucesión y los hechos que llevaron al asedio de 1714 en el cuál los catalanes perdieron sus libertades a manos de los borbónicos. Sí, ya, esta reseña va a ser polémica y sesgada al venir de un catalán, llena de independentismo e ideales patrióticos. Pues mirad, tendréis que aguantaros. Antes de nada, la sinopsis:
"Victus es una novela histórica que nos narra la guerra de Sucesión española, un conflicto que puede considerarse como la primera de las contiendas mundiales y que termina el 11 de septiembre de 1714 con el apocalíptico asalto a Barcelona. También es la tragedia de Martí Zuviría, un joven barcelonés, alumno aventajado del marqués de Vauban, que se convierte en un genio de la ingeniería militar. VICTUS es un derroche de información y rigor histórico al servicio de un relato ágil, potente y desenfadado, con una dicción rabiosamente contemporánea que nos lleva de Francia a Barcelona pasando por Madrid, Toledo, Tortosa o las batallas de Brihuega y Almansa. Y es también una obra sobre la Barcelona irreductible de 1714, que sufrió un asedio desigual de trece meses y el bombardeo de más de treinta mil proyectiles."
Lo que más me chocó, antes de empezar siquiera a leerlo, es que sólo estuviese en castellano. ¿Por qué me extrañó? Pues porqué estamos hablando de un escritor que escribe en catalán y que, debo señalar especialmente, lo hace haciendo gala de un amplio dominio de este, con un estilo muy definido y particular. De él ya había leído "Tretze tristos tràngols", "La pell freda" y "Pandora al Congo" y debo decir que los dos últimos son muy buenos, especialmente el último de los citados, escrito de una manera que ya quisieran muchos. El plan del autor era escribirlo primero en castellano, para acercarse más al público español que ve en este tipo de libros independentismo a punta pala y donde dejan a los catalanes como los pobres desventurados y al borbónico como el tirano. Pues bien, en este libro Piñol reparte estopa a los dos bandos y señala como única víctima al pueblo catalán. Para simbolizar que toda guerra es cuestión de escalas de grises, la historia nos la cuenta un sinvergüenza que, empezando como aprendiz del famoso ingeniero Vauban acabará en el asedio a Barcelona de 1714. Pero el tipo no es fiel a ninguna ideología, sino que pasa de un bando al otro sin apenas importarle el conflicto, hasta que se decide por el de los catalanes. Pero vayamos por partes.
A lo que argumento se refiere, el libro, durante la primera parte, es monótono. Sobre todo cuando el protagonista aprende de Vauban el arte de la ingeniería en una especie de Hogwarts para ingenieros; parece que es una retahíla de datos sobre murallas, baluartes y trincheras de ataque y la historia apenas tiene gancho. Pero no es hasta que Martí vuelve a España y nos cuenta el transcurso de la guerra que el libro no cobra interés. El protagonista, al principio en el lado borbónico y más tarde en el austriacista, nos narrará las principales batallas y hechos de esta. Además, irá escalando en la jerarquía, cosa que le permitirá conocer a los principales personajes históricos de la época. Y está realmente bien, sobretodo en su último tercio, dedicado exclusivamente a la defensa de la ciudad. Pero también debo hacer un inciso. No soy muy asiduo de la novela histórica y desconozco sus rasgos característicos, pero durante la lectura del libro me chirriaba que Martí se encontrase continuamente con todos los personajes más ilustres del momento, por muy personaje histórico que fuera. No digo que fuese un impedimento, pues el contenido histórico está hábilmente integrado con el argumento de manera que te interesas por los personajes y los hechos que de otra manera serían un poco farragosos, pero a veces pensabas "Venga, al final resulta que se encontrará hasta con el Felipe V". Por otro lado, la estructura en forma de flashbacks con la que se nos cuentan los episodios (el protagonista tiene cerca de 100 años y nos lo cuenta en plan últimas memorias) es interesante, pues entre uno y otro se nos va desgranando cosas del futuro que enriquecen la narración, como cuando habla de viajes que hizo por América del Sur o cuando aprovecha para insultar a su biógrafa.
Pero es en el retrato del conflicto, en las decisiones y convicciones de los distintos personajes donde gana aún más enteros. El bando borbónico, defensor de los ideales castellanos de someter al enemigo sin ceder y con testarudez, y el aliado por la hipocresía y la estupidez, tienen mucho que callar. Los uno por tiranos y los otros por pomposos. Sánchez Piñol, de la mano de diversos personajes nos retrata los pros y los contras de ambos bandos. Sin extenderme en demasía os citaré dos ejemplos claros de ambos bandos. Uno es cuando los borbónicos subestiman el potencial de los ciudadanos barceloneses, que con muy poco son capaces de repeler durante meses al mejor ejército del momento; miles de muertos por una planificación horrorosa. Pero es en el bando austriacista donde se llevan la palma de la estupidez. Errores tácticos garrafales de la nobleza catalana, los denominados felpudos rojos, comprometieron su victoria, como cuando podían haber asestado un golpe decisivo en Mataró y no lo hicieron porque al noble de turno le salió de las pelotas no hacerlo. O en la falta de confianza y la altanería con la que dirigían a su pueblo, que provocaron que más de una localidad del interior no se alzara a su favor. Y qué decir de la traición sufrida por los aliados extranjeros , dejando a los catalanes con el culo al aire. Digamos, para concluir, que Piñol deja en evidencia a los dos bandos. Pero es que el objetivo de esta no es otro sino que ensalzar a los verdaderos héroes: la gente normal y corriente que cogió las armas y defendió sus hogares y a sus seres queridos. Este libro es un homenaje a esa clase de héroes, no aquellos que la historia ha querido favorecer (como el noble Casanova por ejemplo), sino aquellos que no hacía falta que lo dijesen, porque lo demostraban con sus actos. Y el líder de todos ellos, en la novela, está representado por el incansable y valiente Villaroel, el defensor de Barcelona, un castellano que decidió defender la causa catalana.
Pero también debo detenerme en las motivaciones del pueblo barcelonés y de otros enclaves catalanistas. Muchas veces, y tal y como nos retrata Piñol, nos llenamos la boca diciendo que el pueblo luchó para conservar las libertades catalanas, pero este lo hizo para proteger sus vidas y las de sus seres queridos. Si continuaban luchando después de no haber comido nada en todo el día y haber estado otro tanto disparando y recibiendo sin cesar no era por el ideal catalán y sus libertades, que también estaba de fondo y no lo niego, sino principalmente por salvar el pellejo de sus hijos, esposas o hermanos. Y más interesante es ver como nuestro protagonista va evolucionando hacia esas convicciones, pues el motivo principal para defender la ciudad es proteger a los suyos; no sólo a su familia, sino a todos aquellos con los que lucha codo con codo en la defensa.
Todo aquel que quiera conocer sobre uno de los momentos más decisivos de la historia de las dos Españas, la de los castellanos y la de los catalanes, y el conflicto que hubo detrás y del que aún estamos viviendo sus consecuencias a día de hoy, este es su libro. Lo es para aquel que quiera conocer la mentalidad de dos Españas muy distintas y que, precisamente por su manera de ser, así acabaron. Pero también lo es para todo aquel que le guste la novela histórica y quiera pasar un rato entretenido entre asedios y batallitas.